El engaño en el que no puedes caer al aprender música

Cuando uno empieza a tocar un instrumento, lo suele hacer con mucha ilusión: nuevos retos, nuevas ilusiones, nuevas metas… Pero no es necesario que pase mucho tiempo para que a esa ilusión se le sume también cierta frustración. Este malestar surge cuando de repente surge en nosotros una idea del músico que deberíamos ser, o mejor dicho, del músico que deberíamos estar siendo AHORA MISMO.

Hay varias ideas que bloquean el aprendizaje y son bastante erróneas.

La primera de ellas es pensar que se está avanzando demasiado lento (curiosamente esto siempre lo piensan los más avanzados). Y la pregunta es, demasiado lento… ¿con respecto a qué? Pues…con respecto a la idea que nosotros nos hemos montado en la cabeza, porque que yo recuerde, nadie nos ha metido prisa (o al menos eso espero). Pero bueno oye, ya que nadie nos obliga… ya que nadie nos mete prisa… pues ya le ahorramos el trabajo a los demás y nos hacemos la puñeta nosotros mismos!

Los avances en la música, como en la mayor parte de las cosas en la vida, no los decidimos nosotros. Los avances surgen espontáneamente, cuando menos lo pensamos, insensibles e indiferentes a nuestras expectativas. Lo único que nos queda es trabajar y trabajar, al margen de los resultados. ¿O se te ocurre otra idea mejor? Te pregunto: ¿tocar tu instrumento favorito, depende de lo mucho o de lo poco que avances? Si la respuesta es afirmativa, entonces algo falla, porque tocar un instrumento debe estar motivado por el simple hecho de tocar, por el simple placer de tocar. La recompensa está en el acto mismo de aprender y disfrutar lo que se hace. No te autoengañes, no te hagas trampas a ti mismo. No tienes que cumplir las expectativas de nadie, por tanto, no te las pongas tú.

La segunda idea (y aquí está la gran trampa) es que uno siempre puede pensar: «bueno, es normal que esté algo frustrado, al fin y al cabo soy principiante y soy capaz de tocar muy pocas cosas. Estoy seguro de que cuando tenga un buen nivel, entonces ahí sí que disfrutaré la música».

Bien, pues te puedo asegurar que cuando llegue ese momento, tu idea de «tener nivel» habrá subido de escalón, y por tanto, nuevamente estarás contemplando un horizonte nuevamente inalcanzable y por tanto frustrante.

Puedo compartirte la experiencia de muchos músicos que les he visto decir los mismo argumentos durante muchos años, aún cuando llegaban a alcanzar niveles increíbles. La razón es sencilla: nunca es suficiente.

Estamos olvidando la verdadera esencia de la música. Ella es un modo de expresión distinto, complementario o alternativo a nuestro lenguaje habitual, y es y debe ser un vehículo o herramienta al servicio de la manifestación de nuestras ideas y emociones, y no un requisito o un simple objetivo con el que probar nuestros límites.

No caigas en la trampa de «cuando tenga un buen nivel disfrutaré». Porque… ¿a qué llamas nivel?

Vamos a suponer que se pudiera hacer algo tan horroroso e innecesario como poner nota a un músico, y digamos que por ejemplo, Paco de Lucía es un 10.  Entonces nosotros nos podríamos poner una nota respecto a esa «perfección» (te invito a que escuches algunas cosas que decía Paco de sí mismo), y nos podríamos poner un 4. ¿Qué frustración no? Estar toda la vida persiguiendo una meta inalcanzable, y sabiendo que quien ha alcanzado esa meta (Paco de Lucía) tampoco estaba plenamente satisfecho. Él mismo decía de una forma clara y coloquial: «la barriga se sacia rápido, pero el espíritu no se sacia nunca».

Hay que salir de este círculo vicioso, porque en esto no consiste el juego. En ningún caso estoy diciendo que haya que ser perezoso o poco ambicioso. Hay que trabajar y mucho, pero amando siempre a la música, sabiendo que ésta es mucho más grande que nosotros, ya que cuando nos vayamos de este mundo, seguirá habiendo música, porque algo hay en ella, que nos supera y nos traspasa. Hay que estar felices de saber que participamos en un juego maravilloso y universal que es la música, y no tanto en si somos músicos mediocres o si tocamos mejor o peor que el vecino.

La música nos sonríe cuando hemos comprendido este secreto: se debe tocar sólo por amor a esos sonidos que inundan nuestro corazón, y cuando esto se hace así, entonces siempre vienen los resultados.

Ya decía un sabio pensador: «si no disfrutas con lo que tienes, tampoco disfrutarás con todo lo que te falta».

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